Con la Meditación comienzas a escuchar la voz de la intuición, esa que sólo se asomaba de vez en cuando y que en la India dicen que es la voz del Maestro en tu interior. Aprendes a seguirla y a anteponerla a la cabeza. Empieza a primar el corazón sobre el cerebro. Pero no el corazón entendido como las pasiones, las emociones… No, el corazón de la sabiduría interior. El que todos tenemos dentro y hemos recubierto de miles de capas negativas y positivas, en la eterna e inexistente dualidad entre lo bueno y lo malo.
Y comprendes que nada es casual. Nunca lo ha sido, pero ahora empiezas a darte cuenta. No es casual que yo ahora mismo esté escribiendo esta historia y tampoco lo es que tú ahora mismo la estés leyendo, siendo dos ahora mismo diferentes.
Tampoco lo es que justo sonrias cuando lees que nada es casual. Lo pensaste tantas veces… Pero nada es nada, también las cosas horribles que nos pasan y pasan a nuestro alrededor tienen un sentido, pasan por algo, aunque no acertemos a comprenderlo ahora. Aunque nunca lo hagamos.
Hay tantas cosas incomprensibles para la razón que cuando comienzas a entenderlo, le vas quitando protagonismo. No entiende casi nada e intenta explicarlo todo. Incluso, cuando algo sucede que se le escapa, intenta convencerte de que no ha sucedido…
Cuando a veces escucho sobre los indios o sobre otra gente de lugares diferentes al nuestro, que son felices “porque no conocen otra cosa”, siempre pienso lo mismo. Que pena, el que no conoces otra cosa eres tú… Creemos que tenemos libertad de elección y ellos no. Pero, desde que nacemos, ya venimos condicionados, primero genéticamente y luego socialmente. Vemos, creemos, actuamos como estamos obligados a hacerlo por nuestros condicionamientos. ¿Es esto libertad?
Libertad es poder salir de todos esos condicionamientos heredados y sociales. Libertad es salir de ahí, es no tener apegos, no tener deseos, no tener ataduras…
Libertad es meditar.
Risikesh. Marzo 2011
Despues de leerte, confieso que un par de veces seguidas, percibo sensaciones encontradas dentro de mí, lo encuentro cercano y distante a la vez; supongo que tiene mucho que ver con las miles de capas negativas y positivas con las que seguramente he ido recubriendo mi corazón, como tú dices.
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