Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



miércoles, 30 de enero de 2013

Largo camino

Ha sido largo el camino. El que me ha traído al blog de nuevo (varios meses…) y el de regreso al Planeta India. Sobre el blog poco puedo decir, más que no he escrito prácticamente nada en este tiempo. Me disculpo con aquellos que se que esperan las nuevas historias, probablemente no muchos pero sí que fieles seguidores. Como dije una vez, algo que escuché en el norte de argentina sobre una revista, este blog es un “tantuario”, que sale cada tanto…

En cuanto al Planeta India, el viaje ha pasado por Vietnam, Camboya y Bangkok, antes de recalar de nuevo en la “Casa de Huéspedes de la Diosa Ganga”. El año pasado se hizo largo tanto tiempo aquí sin la presencia física de nuestro maestro, así que este año decidimos retomar una vieja costumbre abandonada, la de viajar un poco.

La idea inicial de este viaje era meditar con budistas. Buscar algún lugar donde establecernos en uno de los dos países y pasar una temporada, parecida a la india, pero en otro ambiente. Pero la cosa empezó mal… Cuando el viaje interior y el exterior no coinciden, no se está a gusto, o al menos yo no lo estoy. Y eso es lo que pasó. Empezamos a recorrer Vietnam buscando ese lugar y no existe… Bueno, o no lo encontramos. El partido comunista que gobierna por allí desde hace tiempo, no le ha dado mucha cancha a la meditación, la espiritualidad, los templos, etc. Así que cuando nos sentábamos en algún sitio y cerrábamos los ojos éramos unos bichos muy raros. Y como por allí se comen todo tipo de bichos (en Hanoi, por poner un ejemplo, hay una calle con sesenta restaurantes especializados en carne de perro) decidimos hacer las cosas raras en privado.

Así que el recorrido por Vietnam fue con una especie de enfrentamiento por dentro. Un “¿qué hago yo aquí?” frente a un “ya que estás aquí, aprovecha, atontao”. Además aderezado con la sensación de ser un trozo de carne con dinero en casi todos los lugares interesantes del país, dado que todos los turistas pasan, pasamos, por los mismos lugares.

En Camboya la parte del “¿qué hago yo aquí?” prácticamente se había rendido, así que pude disfrutar más el viaje. Además el país, quitando un par de lugares, es muy poco turístico así que era más divertido moverse por allí.

El último paso fue llegar a Bangkok para volar al Planeta India. Pasar de Bangkok a Risikesh es un salto cuántico, en cinco horas de avión y ocho de coche. De los rascacielos y de la oferta del “ping pong show” (el que no sepa lo que es que lo busque en la Espasa o en Wikipedia), al ashram y los sadhus…

Un viaje interesante, en el que hemos visto en que consisten el infierno y el cielo. La guerra de Vietnam, los jemeres rojos, el turismo sexual… Frente a maravillas naturales como la bahía vietnamita de Halong o las islas de Camboya y humanas como los templos de Angkor. Todo cabe en este mundo de dualidades extremas.

Y mientras ordenábamos la habitación donde nos instalamos de nuevo, el último recuerdo del viaje volaba… Un mono se llevó las dos últimas chocolatinas tailandesas, recordándonos donde estábamos.

Largo camino, pero al fin en casa. En las dos, en el Planeta India y en el blog.


Risikesh. Enero 2013