Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



jueves, 3 de marzo de 2011

MEDITACIÓN

Hoy es Maha Sivaratri en la India. En realidad es en todo el mundo, pero sólo aquí lo saben. La luna nueva de febrero-marzo, la noche de Siva y uno de los momentos más propicios para meditar. La luna, al igual que a las mareas, afecta a nuestra mente, a nuestros pensamientos, emociones, etc. por lo que los mejores momentos para la meditación son cuando está oculta. Cada mes tiene su Sivaratri, esa luna nueva en la que Siva baja a la tierra, pero esta es la más importante del año. Se canta a Siva en todos los lugares y se peregrina a todos sus templos. Lo que más se escucha por las calles es su mantra: “Om Namah Sivah”.

Así que aprovecho este día para escribir un poco sobre la meditación, no tanto como concepto genérico, dado que hay muchos libros sobre ello, sino lo que para mí supone.

Hay alguna definición que me gusta especialmente, como esa que dice que si nuestra cabeza es una habitación con todos los cajones y armarios desordenados, la ropa en el suelo, etc. y, al rato, la vemos totalmente ordenada, con todo perfectamente colocado, la meditación es lo que ha sucedido entre medias. Por eso no comparto “el no tener tiempo para meditar”, puesto que la meditación puede hacer que tu tiempo se estire, en realidad ¿qué es el tiempo?...

Para mí la meditación consiste en situarse en el momento presente, en el tiempo y en el espacio. En realidad puede meditarse en cualquier situación, estemos haciendo lo que estemos haciendo, como el pintor, el bailarín, la cantante, la escritora, el cocinero…, que pierde la noción del tiempo y sólo está haciendo eso. Cien por cien metido en su tarea, el resto del universo desaparece… Y hablo de esas disciplinas más creativas porque ahí parece más sencillo que suceda, pues la propia belleza de lo que estamos haciendo nos atrapa, pero también vale para el albañil, el fontanero, la enfermera, etc. Pero como a esto no estamos acostumbrados en nuestra vida diaria, a prescindir de ese pasado que murió y de ese futuro que no existe, es por lo que nos sentamos a meditar.

Y entonces nuestra cabeza se llena de pensamientos y nos peleamos con ellos… ¡tengo que tener la mente en blanco! Y elimino a la fuerza un pensamiento y viene otro o el mismo a lo bestia y sigo luchando… Y acuden a la batalla hasta cosas de cuando era pequeño... La mente no se deja, si es una pelea, ella gana. Está acostumbrada. ¿Esto es lo que me habían dicho que relaja la meditación? Me levanto mosqueado, ¡esto no es para mí!.

Si os fijais, nuestra cabeza siempre está pensando en cosas que pasaron o que debieron haber pasado y de ahí salta a lo que tengo que hacer o no hacer. Del futuro al pasado y del pasado al futuro, un continuo partido de tenis, con la pelota de lado a lado y sin dejarla suspendida encima justo de la red. Aquí y ahora.

La meditación no es lucha, es rendición. Rendirnos a la vida. Aceptar todo lo que sucede sin juzgarlo. Lo que ayer consideré malísimo hoy veo que no lo fue tanto, lo que para aquel es bueno, a mí me parece horroroso. Etiquetas y etiquetas, todo bueno o malo. La meditación es no juzgar, sólo aceptar lo que la vida nos trae. Aunque no entendamos lo que nos pase, da igual, nunca entenderemos todo. Sólo hay que dar gracias a la vida (como la canción).

Cuando me siento a meditar, me rindo de entrada. No busco nada, no espero nada, que suceda lo que tenga que suceder. No medito con ningún objetivo, no pretendo nada, sólo medito. Un pensamiento viene, no lucho con él, lo observo y lo dejo marchar. Pero tampoco me voy con él, es decir, no me enredo en él y lo desarrollo y dejo que me leve a otro y a otro. Lo miro y dejo que pase. Me gusta la analogía con mirar al cielo, ver una nube que pasa y luego viene otra, y otra… hola nube, adiós nube. Y en un momento, hoy o mañana, deja de haber nubes y ya estás meditando. Eres el cielo.

Pero la siguiente vez exige una nueva rendición y empiezas a conocerte mejor. Cuando te cuesta menos meditar, cuando más… Lo que va sucediendo por dentro y por fuera. Las capas que van emergiendo de emociones, pensamientos, frustraciones, alegrías… todo se va quemando en ese fuego meditativo. Y a veces lloras y a veces ríes. Te sientes fatal o te encuentras en el paraíso. Y no quieres salir de ese paraíso y ese deseo te saca inmediatamente de él. Abres los ojos y te duelen las piernas, el culo y la espalda, pero ya lo viste, ya lo sentiste, ya sabes que existe y está dentro de ti…

Fue en un viaje hace ya unos cuantos años en Varanasi, donde un día se abrió una ventanita por la que me asomé por simple espíritu aventurero, porque me encantaba viajar. Una ventanita en mi interior donde un profesor, en una oscura habitación de las entrañas de la ciudad, me animó a mirar. Ahí descubrí el viaje más increíble que podía realizar y no tenía que salir ni de mi casa para empezar a explorar. Y ya prácticamente no viajo por el mundo, no me hace falta lo que antes era imprescindible en mi vida.

Aquí, a Risikesh, a la que dicen es la capital mundial del yoga y la meditación porque desde hace miles de años, sabios, sadhus, maestros y aprendices meditan en cuevas a las orillas del Ganges, vengo varios meses al año para eso, para meditar. Porque aquí me puedo dedicar a eso plenamente, sin distracciones, porque me rodeo de gente que viene a lo mismo que yo, porque casi todo me acompaña en mi viaje y, sobre todo, porque aquí está mi maestro. Pero eso es otra historia.

Con la meditación se consiguen un par de cosas interesantes, además de los listados de beneficios fisiológicos y psicológicos que pueden encontrarse en los libros. Desde un punto de vista material, conseguimos poner a descansar la mente, utilizarla sólo cuando nos hace falta. Como cualquier otra parte de nuestro cuerpo, estará mucho más fresca si no la usamos las 24 horas, como hacemos normalmente. Y, por otro lado, si paramos la mente un momentito, podemos ver lo que hay detrás… Podemos empezar a descubrir lo que no somos y a base de descubrir lo que no somos, llegaremos a darnos cuenta de lo que realmente somos. Eso que no puede explicarse, que sólo puede experimentar uno mismo. Porque, ¿cómo explicar algo tan grande cuando nuestras mentes son tan pequeñas? Como dicen aquí, ¿cómo meter todo el agua del mar dentro de un cubo?

Para terminar os cuento lo que a mí me aporta la meditación. Creo que una palabra lo resume todo: PAZ. Paz, para mi sinónimo de alegría, de felicidad, de serenidad, de templanza, de amor, de no miedo… Paz que me acompaña donde voy, a aunque a veces brille y a veces se esconda, siempre está conmigo. Paz que comparto y lo haría aunque no quisiera, porque se expande como el olor de las flores. Paz que captan rápido los más sensibles y a regañadientes los más escépticos, porque no se medita para uno, se medita para todos.

Sólo en la India existen los sadhus, hombres principalmente y algunas mujeres, que visten como mendigos y vagan de lugar en lugar. Los verdaderos son venerados como lo que son, como maestros. La gente los alimenta porque son conscientes de que su trabajo es para todos, porque trabajan espiritualmente por toda la humanidad.

Y los profundos cambios interiores pronto se reflejan en el exterior. En mi caso la vida fue cambiando poco a poco, sin brusquedades. Ahora paso varios meses al año en la India, también cambió mi alimentación, mi profesión, mi casa, nuevos amigos llegan, algunos quedan en el camino, otros regresan, cambiaron mis prioridades, mis deseos…

Y, tanto por dentro como por fuera, cada vez hay más silencio.


Risikesh. Marzo 2011

5 comentarios:

  1. que bonito, y que esclarecedor, Alfredo

    muchas gracias

    josepe

    ResponderEliminar
  2. Gracias por escribir estas cosas, me han gustado especialmente dos metáforas que haces, la de la habitación con los cajones y armarios desordenados y la del partido de tenis con dos campos: el pasado y el futuro, sorteando adrede y de manera constante la red o el presente.

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno Alfredo. Con tu permiso lo he puesto en mi facebook. Un saludo desde Spain

    ResponderEliminar