Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



viernes, 25 de diciembre de 2015

¡Feliz Naviayudad!

Esta historia no lleva una petición explícita, pero sí una aceptación implícita de lo que llegue.

Todo empezó hace varios años, utilizando nuestro dinero y ayudando a gente a la que conocíamos. El siguiente paso fue el proyecto de Jespal, en las Navidades del 2013, que de tanto éxito que tuvo, nos obligó a buscar otras vías para dar salida al dinero sobrante. Y vaya si las encontramos…

Ahora, al venir para la India, ha habido gente que nos ha pedido colaborar en las cosas que hacemos por aquí, varios particulares e, incluso, una empresa. No era nuestra intención pedir donaciones como hicimos en aquel momento hace dos años, pensábamos volver a nuestro origen, utilizando solo lo que teníamos pero, como vinieron, las aceptamos y las estamos dando una buena salida.

Así que esto va creciendo y quizás tenga que hacerlo más. Tanto los ingresos como los receptores. Por eso lo de la aceptación de lo que llegue. Nosotros seguiremos haciendo, en función de lo que dispongamos. Siempre con gente conocida o a través de gente conocida ya que no es tan fácil ayudar bien…

Este año 2015 lo empezamos colaborando como habitualmente con los proyectos con los que estamos vinculados de alguna manera y, además, promovimos un proyecto social en Marruecos, junto con unos amigos, del que tenéis constancia por aquí también. “Ait Ehla y el tiempo de héroes”.

Poco a poco, en 2015, hemos “movido” casi 5.000 euros, procedentes básicamente, de donaciones y venta de artículos y libros. Además de otros 10.000 que llegaron por parte de los amigos con los que organizamos el proyecto de Marruecos. Hemos “movido” ese dinero… es bonito ¿verdad? Lo ayudamos a cambiar de lugar, llegando a sitios donde hace más falta que de donde procede. Ese dinero, como siempre digo, que hay formas en las que sí da la felicidad.

Con ello hemos financiado o intervenido en:

Marruecos:
-     Octubre 15: Escuela y parque infantil en Ait Ehla.

Laxmanjhula (Rishikesh), India:
-     Mayo 15. Ayuda a familias de los nepalíes que viven aquí, afectadas por el terremoto del 25 de abril.
-     Mayo 15. Operación y medicamentos para una niña india que tuvo un accidente.
-     Noviembre 15. Uniformes y ropa de abrigo para los niños pequeños de Saccha Dam School.
-     Diciembre 15. Uniformes y material escolar para los niños adoptados en la Ganga Valley School.
-     Diciembre 15. Diferentes ayudas a familias necesitadas. Cuidados médicos, medicamentos, comida, ropa, material escolar…
-     Diciembre 15. Cuidados médicos y medicamentos para el postoperatorio de una mujer.
-     Enero 16. Comida para la gente que acude diariamente a Saccha Dam Ashram. Mendigos, aquí llamados Mahatma (“almas grandes”)
-     2016/17. Financiación de la educación de cinco niñas (escuela, materiales, uniformes, etc.)
-     Mayo 16. Pintura de varias clases de la Ganga Valley School.

Y seguimos…

Al venir a Rishikesh cada año vamos viendo como evoluciona todo. El nuevo negocio de Jespal, como crecen los niños que viven con Rachel y la evolución de su Escuela del valle del Ganges, como se destrozan los uniformes y abrigos de los niños, con la necesidad de reponerlos para afrontar los fríos inviernos, como se llenan los cuadernos de letras y cifras, más y más, como sanan los enfermos gracias a operaciones y medicamentos (con precios prohibitivos para los indios pobres), como sube el precio de los alimentos y del gas…  

Un bonito ejemplo: La obra que financiamos en la “Escuela del Valle del Ganges” hace dos años, está sirviendo no solo para desahogar la propia escuela que estaba un poco limitada de espacio, dado que es cole y vivienda de 12 personas, también sirve de guardería para un montón de niñas y niños pequeños. Los padres, siempre hablamos de familias necesitadas, están trabajando por las tardes y allí se monta una especie de guardería donde están jugando en un lugar seguro. No era la idea inicial, pero evolucionó para bien.

Nos gustaría hacer una cosa más y no solo es para ahora, es para todo el tiempo que se pueda. Meses, años, vidas… Aquí hay muchas familias que viven en unas condiciones difícilmente explicables. En habitaciones de 8 ó 10 m2, padre, madre y varios hijos. Cocinan con gas dentro de esas habitaciones sin ventilación y las letrinas y el agua están fuera y son compartidas. Pero lo que realmente les perturba es cuando alguien enferma o tiene un accidente. Ahí es cuando necesitan realmente ayuda puesto que los cuidados médicos y los medicamentos destruyen el exiguo presupuesto de cualquiera de estas familias.

Ya tenemos aquí una persona de confianza que conoce lo que sucede, puesto que ya está colaborando en estas urgencias siempre que puede. Es Rachel, la directora de la escuela. No solo lleva su escuela con 108 alumnos, da clases extra como complemento a los que lo necesitan por las tardes, forma a profesoras, ha adoptado a 13 niños de Bihar… También ayuda a toda la gente pobre que acude a ella con problemas. Cuando puede y como puede.

Y queremos que pueda más.

Así que rectifico, la historia lleva una petición, que se la hagas llegar a quien consideres oportuno, personas o empresas.

Si quieres colaborar de alguna manera, tener más información o simplemente comentarme alguna cosa: arey@elnomada.es

¡FELIZ NAVIAYUDAD!


Rishikesh. Diciembre 2015

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Planeta India: el reencuentro


Empezamos esta nueva visita al Planeta India de una manera original. Un amigo holandés estuvo, en palabras del médico, "cerca de Dios y le trajimos de vuelta". Le sucedió algo que nunca piensas, nunca quieres pensar, que te pueda pasar a ti. Un aneurisma en la aorta, que es algo así como que se te bloquea la vena y se acumula la sangre, hasta que se rompe y te vacías. Le pasó en mal sitio y mal momento, en un tren y de noche, en Haridwar que no es el sitio para que te pasen estas cosas. Afortunadamente, o probablemente por alguna razón, su mujer le encontró en la estación en la que le esperaba después de tener la intuición de subir a buscarle por los vagones, minutos antes de que el tren arrancara y se alejara con él en dirección a Shiva. Allí, lejos de modernos hospitales, fue donde comenzó un periplo muy complicado que le acercó a los dioses y poco a poco le alejó de ellos en ambulancia, terminando en un hospital en Gurgaon, cerca de Delhi, afortunadamente uno de los mejores del mundo. Así que allí fuimos a ver cómo estaba y a acompañar a su mujer unos días.

Al llegar a esa zona nueva que está creciendo gracias a este nuevo hospital, nos alojamos en el hotel "Hojas de primavera" cuya característica principal era que ellos mismos no debían saber muy bien que tenían un hotel. Quizás el nombre más apropiado hubiera sido “Hojas de otoño”. El descansillo de entrada a nuestra habitación se convirtió en el salón de la casa de una familia con insomnio que ocupaba el resto de las habitaciones de la planta. Todas las puertas abiertas mientras veían la tele, dormían o jugaban los adorables niños. Una señora a la que dije que estábamos tratando de dormir, que si podía bajar un poco la tele o cerrar la puerta, me miró con cara de qué le pasará a este tío raro... Pero ya otras veces me he deleitado describiendo hoteles y seguro que hay más ocasiones. Este estaba limpio. 

Nuestro amigo se va recuperando después de dos operaciones, días en coma, doble bypass y finalmente acercarse en el tren a Brahma, Vishnu y Shiva solo de visita, así que nos vinimos a nuestro hogar.

Empezaré contándoos lo que más echo de menos cuando cambio de Planeta y me vengo de nuevo a este. Siempre me sucede y desde el primer día. No es a familiares o amigos y tampoco a ninguna comida, pasatiempo o adicción. Es algo a lo que estoy tan acostumbrado por vivir con ello que, cuando llego aquí, me paso un tiempo preguntándome para qué me he mudado de nuevo. No lo encuentro prácticamente en ningún lado y si lo consigo ha sido después de un gran esfuerzo.

Es el silencio. Aquí no saben lo que es. Ya lo he comentado algunas veces, pero me sigue sorprendiendo. El volumen de todo, de los cláxones, de las voces, de los teléfonos… No sé el ranking de sordos en la India con respecto al mundo, pero me atrevería a apostar por que lo encabeza.

Y empiezo a pensar que quizás si es una adicción.

Nos incorporamos al pueblo contestando unas mil veces la pregunta que a todo el mundo le gusta hacer. Toda la gente con la que nos cruzamos y con la que luego probablemente no volveremos a hablar en meses. ¿Gúen yu arraif? Que viene a ser que cuando hemos llegado. Mi sensación es que les molestaría que lleváramos tiempo y no nos hubieran visto. Como si hubieran fallado en su misión de vigilantes de la calle. A veces contesto que hace un par de semanas, solo para ver que cara ponen.

Laxmanjhula, para los no habituales a estas historias, el lugar donde vivimos unos kilómetros río arriba de Rishikesh, va cambiando muy rápido. Cada vez se va convirtiendo en un lugar más turístico y menos relacionado con la espiritualidad, sea lo que sea que signifique eso. Cada vez hay más profes y salas de yoga, eso sí, aprovechando el tirón de ser la "cuna del yoga y la meditación" o la "capital mundial", pero parece que va perdiendo la esencia, la pureza. En realidad, más que perderla la va cubriendo con más y más capas de turismo, materialismo, búsqueda de dinero rápido, etc.

Creo que la esencia no puede perderse, puesto que realmente es el lugar donde habitaban los rishis, los antiguos sabios de la India, donde se ha meditado y medita durante miles de años, en la falda de los Himalayas y en orilla del sagrado Ganges. No hay nada que pueda con eso. Pero se oculta, se tapa con vueltas y vueltas de papel de regalo envenenado, se cubre con capas de desidia de unos y banalidad de otros, se permite que los verdaderos sadhus se marchen y su lugar lo ocupen turistas de fiesta, que no respetan nada ni a nadie. Extranjeros e indios. Hay un sitio y un momento para cada cosa y es importante comprenderlo, de otro modo estamos perdidos.

Hay que salir de la ciudad, sumergirse en el bosque que la rodea o sentarse a la orilla del río para recordar porqué estamos aquí, porqué llevamos doce años seguidos viniendo una y otra vez, ya más de veinte, cómo han cambiado nuestras vidas desde que lo hacemos. Recordar que hay algo que no cabe en la mente, que se le escapa y que es inútil intentar comprender o explicar con palabras.

Y quizás también replantearse si es el momento de cambiar el lugar, de buscar el silencio, ese que solo puede ser interior, en otro exterior que lo favorezca más. Cuestión que lleva años flotando en el ambiente, en mi ambiente, y que no termina de resolverse. Ya lo hará.

En lo que respecta a cuerpo y mente, mi culo y mi espalda ya me duelen, pero esta vez debe ser anticipándose a lo que viene por delante porque realmente todavía no les ha dado tiempo a resentirse. Deben ser dolores que aprovechan la oportunidad para darse importancia puesto que casi aguanto menos tiempo sentado en el samadhi que en mi casa. Y, mientras tanto, mi mente odia a los monos que gritan mientras medito, odia a los indios que discuten a voces en la puerta y a los que dan portazos, odia a los clientes del restaurante que han montado al lado de mi habitación, odia la suciedad que prevalece y la falta de interés por la estética o la belleza, odia a los motoristas que aceleran cuando ven gente delante y les rozan al pasar... Esta mente que odia y a veces me atrapa y odio con ella y otras veces la observo y me hace gracia, hasta la carcajada, cuando comprendo que simplemente continúa el gran juego. Ese que empezó hace más de 48 años.

Por otra parte, esa parte también material pero más bonita, nos vinimos con dinero de occidente, de ese que siempre recuerdo que “hay una forma en la que el dinero si da la felicidad”. Además del que nosotros siempre "devolvemos" cada año a la India, nos trajimos el procedente de la venta de materiales en Conocerte y el que viene de la generosidad de Vyasa, profe de yoga que da clase con nosotros y no cobra. También nos llegaron algunas donaciones sin pedirlas pero aceptadas de buen grado (el dinero está mejor aquí que allí…).

Incluso una consultora con la que he empezado a trabajar, ha decidido colaborar con la "Escuela del Valle del Ganges" y con Rachel, su directora, mandando una donación navideña para subvencionar a unos cuantos niños y niñas sin recursos.

A todos muchas gracias. También se las doy de vuestra parte los que reciben la ayuda, por permitirnos ser y sentirnos mejores.

La tienda de Jespal les ha permitido pasar el año bastante bien, su madre ha podido vivir todo el tiempo con ellos como era su deseo, sigue comiendo a diario junto con Rubi y Ananda, que crece y aprende rápido. Ahora va a la escuela de Rachel y sigue gritando "taoji" cuando me ve.

Seguiremos informando desde el lugar donde habitan los Rishis.


Rishikesh. Diciembre 2015

lunes, 9 de noviembre de 2015

Regreso de Ait Ehla

Como ya alguna vez me habéis leído, en la India dicen algo que comparto, que “las casualidades no existen”. Este proyecto empezó con un malentendido y gracias a eso finalmente se realizó.

El año pasado hicimos un viaje cuatro amigos a Marruecos, con la idea de retomar un viejo propósito, realizar proyectos solidarios y ofrecer la posibilidad a empresas y particulares de participar en ellos. Personalmente aproveché para reencontrarme en persona con Samira Goundafi, la presidenta de la asociación ANDES, con quien, después de haber trabajado en 2005 en un bonito proyecto social en un pueblo llamado Imegdal, seguía en contacto, aunque no habíamos vuelto a vernos.

Samira nos enseñó Ait Ehla, un pequeño pueblo bereber en la montaña del pre Atlas, y también nos contó lo que allí hacía falta, entre otras cosas rehabilitar un aula abandonada y crear un parque de juegos para niños.

Al regresar a casa nos pasaron desde Marruecos el presupuesto que costaría realizar este proyecto. Lo pusimos en bonito y decidimos moverlo entre algunas empresas que conocíamos, para ver si conseguíamos alguna a la que le interesara hacer una convención o un viaje diferente a lo habitual, solidario en lugar de exclusivamente lúdico. Incluso lo combinamos con coaching, meditación, campamento con jaimas, y aventuras variadas para hacerlo más atractivo.

Pasó el tiempo y finalmente no concretamos nada con ninguna. Como el presupuesto recibido era asequible, decidimos ponerlo en marcha, ya que incluso no incorporándose nadie más a la aventura, podríamos pagarlo entre nosotros. Además, como dicen los Stark de Invernalia, “se acercaba el invierno”, así que no podíamos demorarlo mucho, cuando en la montaña entra el frío, se hace muy incómodo trabajar.

Completamente decididos, con los billetes de avión comprados y empezando con los preparativos, descubrimos un error, al presupuesto enviado le faltaba un 0, es decir acababa de multiplicarse por 10…

Si lo hubiéramos sabido unos días antes, no lo habríamos hecho. No podíamos pagarlo solo nosotros y no hubiéramos pensado que podríamos conseguir el dinero en tan poco tiempo. Pero ya habíamos tirado para adelante, siguiendo ese dicho “como no sabían que era imposible, lo consiguieron”. Empezó gente a colaborar con dinero e ideas, una fiesta, un bote en internet, blogs, redes sociales, amigos, familia… y lo conseguimos en ese tiempo record. Justo antes de marcharnos llegamos al presupuesto real, al multiplicado por 10.

Es decir, si no hay error, no hay proyecto. Esa fue la casualidad que no existe.

Y llegamos allí el primer día, siete españolitos con guantes amarillos dispuestos a ponernos manos a la obra… Mientras quince “currelas” marroquíes nos miraban como pensando “¿de dónde han salido estos?”. Un camión lleno de piedras, una excavadora moviendo arena y creando y destruyendo explanadas alrededor de la pequeña aula que se suponía íbamos a rehabilitar. Una obra en toda regla.

¿Un pequeño proyecto? Eso iba a ser. Solo íbamos a arreglar la clase y a montar un parque infantil al ladito. Pero nos encontramos con una nueva sorpresa, esta muy agradable, de que aquello había crecido en la última semana. Al hablar con Samira, alma mater de todo esto y nuestra anfitriona en Ait Ehla, me dice que han decidido hacerlo “bien”. Que nuestro impulso, en parte económico pero mucho más que eso, había conseguido que esto creciera. Intercambiamos elogios, porque nuestra idea es que el mérito era suyo y lo dejamos en tablas, entre todos aquello se había hecho más grande.

La idea inicial se convirtió en un aula de preescolar que tendrá alumnos todas las mañanas (hasta los 6-7 años) que actualmente están sin escolarizar. Actualmente están en casa, en la calle o de oyentes saturando las clases de los mayores. Ya está contratada la profesora que se encargará de ellos. Por las tardes se darán cursos a las mujeres y los dos primeros ya están previstos, puesto que los demandan ellas mismas,  serán de alfabetización y de educación para los hijos. La zona de juegos se mantiene y se complementa con una cancha de baloncesto y un huerto ecológico.
En breve también habrá un gabinete dental, algo que, viendo las bocas de los pequeñajos, es bastante urgente.

El proyecto ha crecido gracias a que Samira y su asociación (ANDES) ha contribuido también a la financiación y además ha conseguido que la comunidad de pueblos de la zona también participe, prestando maquinaria (un camión y una excavadora) y aportando material, arena y piedras. Finalmente, con estas novedades, el presupuesto final ha sido casi prácticamente el triple del inicial.

A esos siete voluntarios iniciales, se incorporaron otros tres amigos, así que allí estuvimos trabajando diez en total, cada uno estuvo los días que pudo y aportó lo que supo. Al principio el trabajo más importante era no estorbar a los profesionales locales, pero pronto nos adaptamos. Movimos piedras, arena y cemento, lijamos y barnizamos pupitres y puertas, picamos y cavamos, hicimos talleres para niñas y niños a los que se incorporaron las madres, montamos juegos y repartimos juguetes…

Un grupo de diez voluntarios que no nos conocíamos todos pero que después de dormir en una gran sala común, compartir la comida marroquí y litros de té, hacer fotos y risas… y trabajar en cosas que no son parte de nuestro día a día, se convirtió en una familia, que incluyó por unos días a amig@s bereberes y que se comunicó en el idioma que pudo, francés, inglés… y principalmente el internacional “sonrisés”.

Así que GRACIAS, a todos los que habéis participado (más de cien),  a los que habéis colaborado con donaciones de todos los tamaños, a los que lo habéis hecho con buenos deseos, a los que vendréis a la próxima o a la otra… Gracias de parte de esos cuatro (Carlos, Gonzalo, Antonio y Alfredo) que fuimos los privilegiados de conocer aquello los primeros. Gracias también de parte de Samira y de los habitantes de Ait Ehla, de los más de sesenta niños que por allí estaban y trabajaron, molestaron y jugaron con nosotros, de sus madres que fueron perdiendo la timidez, de otras madres de la zona que vendrán a los cursos aunque todavía no lo sepan…

Gracias a los que vinieron, a Salomé, Sonia, Nuria, Pedro, Alejandra y Gonzalo. Ellos saben, igual que yo, que ganamos mucho más de lo que aportamos. Que en Ait Ehla no nos dejamos un trocito de nuestro corazón sino que se hizo mucho más grande.

Pero como también me habéis leído en otras ocasiones, creo que somos nosotros, los de este lado del planeta, los que somos muy afortunados por tener la oportunidad de ayudar a gente que lo precisa. Acciones como esta nos hacen echar un vistazo a nuestro alrededor y darnos cuenta de nuestra realidad, en la que tenemos agua, comida, educación  y gente que nos quiere. Acciones que, además, nos permite sentirnos bien utilizando simplemente dinero. Recupero la frase “hay veces que el dinero si da la felicidad”, todo depende de para qué se use.

Así que sobre todo gracias a ellos, a Samira, Laila, Hassan, Mohammed, Said, Somia, Ismael, Suleiman, Isán, Fatima, Farida y tantos otros, también más de cien que por allí estaban.

Alhamdulillah


San Agustín del Guadalix. Noviembre 2015

lunes, 5 de octubre de 2015

Ait Ehla y el tiempo de héroes

Ait Ehla está en Marruecos, más concretamente en la cordillera del Atlas, cerca de Marrakech. No está en Siria, ni en Irak ni en Afganistán. Pero es que nosotros no somos héroes. Y es una pena, porque esta es una época en la que hacen falta héroes.

Nos vamos unos días a trabajar allí, a la montaña marroquí. En un proyecto que consiste en montar un parque infantil y en habilitar un aula de formación para los niños y sus madres. Porque en este tiempo en el que precisamos héroes, probablemente la educación y la risa son de los más poderosos. Que las mujeres puedan saber más y que los niños puedan ser más felices.

Cuando las mujeres saben más compensan el otro lado de la balanza. Ese lado en el que un solo hombre, porque casi siempre es un hombre, de los que piensan que Allah es grande y más grande todavía sí no queda nadie que adore a otros dioses, convence a otros hombres de eso mismo. Esa balanza que, de inclinarse hacia el lado perverso, perjudica a las mujeres, porque casi siempre son las mujeres, que deben tragar con el fanatismo que cambia sus vidas y las de sus hijas e hijos.

Cuando las niñas y niños ríen, cuando son felices, pocos fundamentalismos caben. Esas risas espantan creencias radicales y apuntan hacia futuros prometedores, que no pasan por abandonar familia y hogar para hacinarse en extrañas fronteras donde pocas veces son bien recibidos.

Claro que lo que vamos a hacer es poner un ínfimo granito de arena cuando lo que hace falta son cubos y cubos, pero, como dijo Eduardo Galeano:  Actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquillo, es la única forma de probar que la realidad es transformable. Y hay que probarlo una y mil veces, hasta que todos, o muchos, estemos convencidos que se puede transformar, que no hay que resignarse a ver lo que vemos por la tele a diario.

Y como siempre pienso y comparto, ¿por qué en Ait Ehla?  De nuevo fue la casualidad, el destino, el karma o los dioses, los que hicieron que hace unos años me cruzara con Samira Goundaffi, fuerte mujer bereber, de las que no se achantan ante esos hombres que pretenden enviar la sociedad unos siglos atrás. Hicimos un proyecto social juntos, en Imegdal, otros pueblo de las montañas. Samira dirige una pequeña ONG local que trabaja por el desarrollo de esa zona del Atlas, principalmente en lo concerniente a las mujeres y niños. Le dije que volveríamos y ahora lo hacemos, tarde pero lo hacemos. Este es un lugar donde hace mucha falta cooperar. Seguro que no es el lugar del mundo donde más falta hace, pero a esos otros sólo llegan los héroes, que afortunadamente existen y están haciendo lo que pueden. Como nosotros no lo somos, ponemos nuestro granito en un lugar al que si llegamos.

Cuando conocí a Samira no se hablaba tanto del fundamentalismo islámico. Actualmente proyectos solidarios como el que vamos a hacer cobran un mayor sentido, porque si siempre tiene sentido ayudar a que los niños rían y a que las mujeres aprendan, en esos lugares donde su acceso a la educación está más restringido, ahora creo que es la contrapartida más poderosa a la radicalización.

Al combinar un parque infantil con un aula de formación en este pueblecito bereber, perdido en las montañas a 2000 metros de altura, conseguiremos algo que ya hemos comprobado en otro lugar: los niños tiran de las madres para que les acompañen a jugar y los padres no suelen oponerse, sobre todo si conocen a la familia precursora del lugar. Una vez reunidas allí las mujeres, se les puede enseñar desde cocina saludable, primeros auxilios hasta evitar pasos atrás en la historia de su pueblo.

Esta “historia del nómada” es para pedirte ayuda para realizar este proyecto que tendrá una mayor dimensión en la medida que podamos permitírnoslo. Nos vamos la última semana de octubre y necesitamos gente que trabaje unos días con nosotros y gente que nos ayude económicamente para comprar los materiales necesarios. 

Así que si puedes y quieres aportar también un granito al cubo, aquí tienes un par de formas de hacerlo:
  • Ingresando lo que te parezca en la cuenta ES56 2100 1743 6702 0012 0822 que está a nombre de Gonzalo Vivas poniendo "Proyecto Ait Ihla" y tu nombre. Cualquier ayuda será muy bien recibida y aprovechada. Y si nos envías un email diciéndonoslo, mucho mejor.
  • Viniéndote con nosotros. Pasaremos unos días un poco perdidos de la civilización, viviendo en el pueblo y trabajando, pero seguro que como experiencia vital es algo único. En este caso tendrás que cubrir tus gastos además de colaborar con el proyecto, ya que si no hay material, no hay trabajo que hacer... Estaremos por allí del 28 de octubre al 3 de noviembre, 2015. No hace falta venir todos los días.
Si quieres más información me contactas en arey@elnomada.es 

Y si puedes y quieres hacer algo por la gente que lo necesita pero no crees que esta sea una buena forma o consideras que hay otras causas más apropiadas, te animo a que participes en cualquiera de esas otras. Que no te lo impida la pereza o la duda, elige una y adelante.


Recuerda que es tiempo de héroes.


San Agustín del Guadalix. Octubre 2015