Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



domingo, 8 de abril de 2018

Destino y libertad


Muchas veces, en los cursos o talleres que imparto, utilizo una imagen que tengo en la memoria de la película Dumbo de Walt Disney en la que un grupo de cigüeñas traen a los cachorros de los animales de un circo y los dejan caer con pequeños paracaídas. Todo el mundo recuerda esa peli así que aprovecho para preguntar ¿Qué pasaría si en ese momento sopla una pequeña ráfaga de viento? ¿Qué hubiera pasado si ese viento hubiera soplado cuando a ti te dejó caer la cigüeña? Si hubieras nacido en casa del vecino, en otro barrio o pueblo, en otro país…

¿Qué crees que ha hecho que nacieras donde lo has hecho? He escuchado muchas respuestas. Algunas un poco tramposas (que mis padres estaban allí) porque admiten una rápida repregunta, otras más místicas (lo elegimos antes de nacer), otras religiosas (Dios, Alá, Yahvé, Vishnu), algunas sinceras (no lo sé), otras más sinceras (no lo sé, ni me importa), también las hay orientales (el karma) y occidentales (el azar, el destino, la suerte).

La respuesta, evidentemente, depende del sistema de creencias de cada uno. Esas creencias que nos condicionan absolutamente para todo (para pensar, para hablar, para sentir, para hacer) pero que, afortunadamente, siempre pueden cuestionarse y cambiarse si no nos sirven o si no nos hacen bien.

Reflexiono sobre ello, sobre ese azar, karma, destino o dioses en Berlín, porque he aprovechado el viaje para hacer una inmersión en esa época, la Segunda Guerra Mundial, los nazis, el posterior Pacto de Varsovia, etc. Una época en la que parecía que todo era cuestión de metros. Primero por donde caían los proyectiles, un poquito más acá y estabas muerto y luego hasta donde llegara la invasión o avance de cada ejército, un poquito más allá y te librabas… También, una vez terminada guerra, dependiendo de quien “liberara” los territorios ocupados por los nazis, la vida de los pobladores y sus descendientes transcurriría en libertad o estaría de nuevo sometida a una cruel dictadura. No es un alegato sobre las bondades del capitalismo, porque no soy un especial defensor de ello, ni de nada, pero después de sumergirme (aproveché también para leer algún libro de aquello) unos días tras el telón de acero, tengo la impresión que hubo una gran diferencia entre estar a uno u otro lado.

Luego siguió siendo cuestión de metros, porque dependiendo de hasta donde hubieran llegado los rusos así se repartiría el pastel. El mundo fue un gran pastel que querían comerse entre unos pocos y así quedaron hasta hoy en día las fronteras de muchos países. Lo más simbólico, en Berlín al levantarse el muro en 1961 se dio la circunstancia había edificios cuya entrada estaba en el lado oriental y algunas ventanas en el occidental. La gente saltaba por ellas, con mejor o peor suerte, obtenían la libertad en esta vida o la libertad definitiva.

Así que a veces la cigüeña te deja caer en un sitio que parece que está bien, como era la Europa del siglo XX pero viene alguien y te cambia las reglas y las fronteras. Me recuerda a esa frase colgada en algunos bares. “Qué día mas maravilloso, verás como viene alguien y lo jode”.

Doy un par de respuestas a la pregunta inicial por si te apetece pensar sobre ello:

Has nacido donde lo has hecho porque no podías haberlo hecho en ningún otro lugar. Es lo que te tocaba hacer. Dicen los maestros que cada paso que das, cada pensamiento, emoción, experiencia, etc. que tienes es la que te toca tener. Todo, absolutamente todo, está predeterminado. No existe el libre albedrío.
Entonces ¿cómo hay que actuar? Pues, como dice el maestro Ramesh Balzekar, “como si existiera”. Y, en palabras de otro gran maestro, Ramana Maharsi, la única libertad que tiene el hombre es la de ir hacia dentro. Es decir, pasarás por donde tengas que pasar pero lo entenderás.

Y la respuesta definitiva: En realidad, ni hay nacimiento ni muerte, ya eras antes de nacer y seguirás siendo después de morir...


San Agustín del Guadalix. Abril 2018