Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



sábado, 7 de septiembre de 2013

Laboratorio del Alma

Después de unos cuantos años realizando un trabajo apasionante, viajando por muchos lugares de España y el mundo, diseñando, organizando, montando eventos para más de cien empresas, todo empezaba a tambalearse. Había sido fundador y socio de la compañía, pionera en marketing experiencial, emocional, incentivos diferentes y un montón de cosas más, pero todo eso dejaba de tener sentido.

Empezaba a ver el dinero que se gastaban las empresas, aunque fuera con nosotros, como un gasto superfluo, no como una inversión. Sentía que era dinero desperdiciado. Además, empezaba a darme igual qué cliente nos contrataba. Me interesaba que todos los participantes disfrutaran y que todo saliera según lo previsto, pero que una marca de coches vendiera más que otra, o una compañía de seguros creciera más, gracias a nuestra ayuda, me tenía completamente sin cuidado.

Tenía un trabajo envidiable para mucha gente, bien pagado, con buenos colaboradores, cerca de casa, parking, visa… Pero algo fallaba.

Y un día llegó la solución. Una empresa nos permitió presentar una propuesta completamente diferente y, no sólo eso, aceptó la extraña idea y la llevamos a cabo. Fue la primera experiencia solidaria, que posteriormente llamaríamos experiencia con alma.

Todo había empezado el año anterior cuando, colaborando para el mismo cliente que quería hacer hincapié en el trabajo en equipo, montamos una ciudad medieval dentro del castillo de Trujillo. Troncos, cuerdas, clavos… que terminaron formando catapultas, torres, puentes levadizos, etc. gracias a los más de cien participantes. Viendo el resultado desde una almena del castillo verdadero, el concejal con el que había estado gestionando todos los permisos me dijo en broma: Ha quedado precioso ¿cuánto me cobras por no llevártelo?, yo le contesté: ¿Cobrarte? Te pagaría por no tener que desmontarlo todo y cargarlo en camiones…

Pero se me encendió una bombillita ¿y si montáramos alguna cosa que no sólo no hubiera que desmontar sino que sirviera a alguien una vez que nos marcháramos?

Escribí esto en aquella época:

28 de diciembre de 2004. Un pequeño pueblo bereber, en mitad de la nada, en el desierto, no en ese lleno de dunas como en las películas, en el verdadero desierto, muchas piedras, poca arena y casi sin vegetación. Al lado de un oued o río seco, pero que guarda agua en su interior suficiente para alimentar algunos pozos excavados a mano, una familia se instaló hace unos 60 años…

Este día de los inocentes de 2004, la fortuna sonrió a unos cuantos de ellos, darían un pequeño salto en la evolución, en el tiempo… salto que una gran parte de la humanidad ha dado hace mucho, y que una parte mucho mayor no dará jamás.

De repente, y por motivos laborales, tuve una ocasión única, ayudar a un grupo de gente que el destino, la casualidad o lo que se encargue de ello, había puesto en mi camino. Otro paso más, otra aventura más, otra oportunidad más…

Pondríamos la luz y el agua en sus casas. Una sola y corta frase, que resume un radical cambio de vida para un montón de gente.

El día definitivo fue el 4 de marzo del 2005. Atrás quedaban dos meses de preparativos, de inconvenientes, de miedos, de alegrías, de emociones… Este día llegaríamos al pueblo con 100 participantes voluntariosos y trabajaríamos hasta la puesta de sol, el momento de comprobar que el esfuerzo había valido la pena, que habíamos cumplido el objetivo.

Esta historia no es la crónica de un trabajo, sólo pretende ser el reflejo de una emoción. Todo salió bien. En medio de unos días lluviosos que empañaron el ánimo de los que buscábamos la perfección para un día tan importante, amaneció un día totalmente soleado, que cargaba tanto las baterías de los paneles solares que instalábamos, como las nuestras. Aquí, este día y más que nunca Alhamdulilah…

En Imidar, precioso nombre que ya quedará grabado para siempre entre los nombres de mi memoria, todo cambió y para siempre este 4 de marzo. La felicidad de los habitantes del pueblo sólo era comparable a la de los que acabábamos de hacerla posible.

Era noche cerrada y desde las casas del pueblo ya no se veía brillar el cielo, pero los habitantes estaban contentos. Sólo tenían que separarse unos metros para continuar viendo el espectáculo más bonito del mundo, el que sólo se observa en las noches del Sahara…

Sólo complementamos las estrellas…

Esa frase, “sólo complementamos las estrellas” es la que escribí, dejando asomarse a ese pequeño poeta que todos tenemos dentro, en el cartel conmemorativo que allí quedó tras nuestro paso por Imidar.

Después de esto, ya supe que quería hacer, todo cobraba sentido. Podía aprovechar toda mi experiencia de años viajando y desarrollando experiencias para empresas y, además, hacer algo que permitiría recuperar el sentido a la parte profesional de mi vida, uniéndolo definitivamente a la personal.

Ahí nació el “Laboratorio de experiencias con alma”, dentro de la empresa en la que yo trabajaba. Y desarrollamos el concepto de “marketing con alma” y lo presentamos en una bonita conferencia en Expomanagement con ayuda de un precioso cuento y de un mimo y era el futuro de nuestra compañía en una época en la que amenazaba tormenta ya que nadie hacía nada parecido y…

Me despidieron y se acabó todo. El laboratorio murió poco después de su presentación y la empresa a la que quizás hubiera salvado cerró unos meses después.

Y yo, además de decidir que mi vida pasaría por vivir parte del año en la India, me formé como coach ejecutivo y empecé a dedicarme a ello y a la formación. Entré en un mundo desconocido que me fue atrapando, el de colaborar con la gente en su felicidad, en su aceptación, en su mirada interior…

Ahora, unos añitos después, uniendo lo que pudo haber sido el laboratorio de experiencias con alma, con el coaching, la formación y una gran dosis de meditación y aprendizajes indios nace “El Laboratorio del Alma”.

Una mirada hacia dentro para darnos cuenta de lo que realmente somos y una mirada hacia fuera para saber lo que los demás necesitan.

Si te interesa saber más de la experiencia de Imidar: http://www.youtube.com/watch?v=l31tHnWAoN8
Si te interesa seguir al laboratorio en twitter: @labdelalma
Si te interesa conocer aquel cuento de presentación con el mimo, me lo dices
Y pronto la web. www.laboratoriodelalma.com



San Agustín del Guadalix. Septiembre 2013