Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



domingo, 25 de febrero de 2018

Todo es fácil


Nuestra casita en San Agustín del Guadalix nos recibió con una sorpresa, no funcionaba la caldera. El termómetro en el salón marcaba 8 graditos al llegar y no arrancó. Pensamos que lo haría más tarde y nos acostamos equipados como para una expedición al Everest (sin crampones). Amaneció con un sol radiante y engañoso, termómetro dentro de casa a 7 grados.

En fin, nada grave, pero en media hora en casa ya echábamos de menos la India. Lo solucionamos y ya estamos instalados y calentitos. Hemos visitado Mercadona y, como siempre nos pasa el primer día de compras, disfrutado de la amplia oferta de comidas y resto de cosas. Ya he comentado alguna vez que la comida en Rishikesh es bastante insípida y hasta una coliflor o un tomate de un hipermercado (ya ni hablar de ecológico, orgánico o de la huerta del vecino) sabe más que los de allí. También hemos paseado por un campo limpito y en las calles las cacas solo son de perro.

El viaje en esta ocasión estuvo dividido entre sur y norte, así que se pasó más rápido que otras veces aunque estuvimos una semana más. Disfrutamos el sur, todo más original para nosotros, lugares interesantes para nuestra práctica y muy pocos compromisos. Disfrutamos el norte, menos original, con más amigos y con compromisos de proyectos y de relaciones. Lo mejor en cuanto a nuestra meditación fue coincidir de nuevo con Swami Shatshwat, el joven sadhu del que alguna vez he comentado que estaba traduciendo su libro (¡ya está!).

Ya he tenido la ocasión de experimentar el cambio principal entre un sitio y otro, que es la importancia que se le da a determinadas cosas. Mi principal aprendizaje este año ha sido, o más bien ha seguido siendo, que todo es sencillo. A nivel material lo importante es tener un techo y comida, aunque no hace falta que sea mucha ni de una gran variedad, salud, educación… En fin, algo que casi todos (sé que casi, que hay quien no) tenemos, aunque a veces falle la salud y la educación se eche de menos. Y a nivel no material (ponle el nombre que quieras a este nivel) también es fácil, aunque complicamos todo mucho. El esfuerzo podría ser quitarse cosas de la mente, no poner más. Mente complicada, mente ignorante. No es mala, se preocupa mucho por protegernos y por eso nos hace infelices. Se fija en lo malo, se preocupa, se agobia… Siempre hacia fuera, casi nunca dirigida hacia dentro.

Como siempre al regresar a España pienso que no me apetece mucho trabajar en el mundo corporativo aunque creo que es donde más sentido tiene compartir lo que hago. Ese no me apetece creo que es por tener la cabeza orientada hacia otro lado, pero también por ser vago (bueno, perezoso). Pero no hay problema con la vagancia, hace mucho tiempo que sé que yo no decido por donde tirar, así que voy haciendo lo que tengo que hacer. Retomé las clases en San Agustín y en Madrid y ya tengo programados sesiones, conferencias, talleres, etc. Todo ello para tratar de que el mayor número de personas aprenda “el arte de darse cuenta”. ¿Te apuntas?

Darse cuenta… de lo que pasa con mi mente, de lo que la forma, de que puedo utilizarla a mi favor e incluso ponerla a descansar. El arte de darse cuenta de que, aunque habitualmente nos complicamos mucho, realmente todo es fácil.


San Agustín del Guadalix. Febrero 18