No sé si normalmente voy a España y luego regreso a la India o voy a la India y luego regreso a España.
Una vez escuché a alguien contestar a la pregunta: “¿Tú cuando vas a la India desconectas rápido de todo?” Y la respuesta, que hice mía en aquel momento (ya no) fue: “No, yo desconecto cuando regreso, en la India conecto…” Y digo que la respuesta ya no me vale porque ahora procuro estar conectado en ambos sitios (digo procuro porque unas veces sale mejor otras).
En fin que voy o regreso a España, a iniciar una nueva temporada.
La India se caracteriza principalmente por el aprendizaje, con la herramienta de la que tantas veces he hablado, la meditación, pero también con el encuentro con maestros y gentes de todo tipo, con vidas alternativas a la tradicional occidental. Cada día pasan cosas distintas dentro de la rutina habitual, cada conversación es absolutamente diferente a las que tengo en España, las posibilidades de aprender son muy grandes porque aquí aprendo a estar más atento a lo que sucede, más presente. Ves que a diario pasan miles de trenes en los que subirte, no existe ese “que sólo pasa una vez” del que hablamos en occidente.
Aquí hay muchos maestros ocultos, maestros personas, maestros situaciones, maestros emociones… La atención permite descubrirlos y aprovecharlos. Y hay muchos fuera, pero el verdadero, el más grande, está dentro. Los de fuera simplemente lo reflejan.
También cada temporada aprendo más de los habitantes del Planeta India. Sus costumbres, sus tradiciones, sus dioses y, sobre todo, su forma de ver la vida tan diferente a la nuestra (bueno, la mía ya no sé cual es).
Ayer, en un viaje en rickshaw pensaba que cualquier occidental que trabajara de conductor aquí duraría poco, pero le mataría antes un infarto que un accidente. Es espectacular la cantidad de “casi” golpes que hay cada minuto y no se inmutan… Me contaron hace poco una terapia que tiene que ver con la observación de los animales, como se quitan el estrés después de un trauma. Por ejemplo, una gacela no queda traumatizada de por vida si un león “casi” se la come, un hombre es posible que sí que quedara. Pero yo creo que un indio no. Porque aquí los camiones son peores que los leones y no veo ningún estrés en los conductores, esquivan por milímetros y siguen tan tranquilos. No sé si la gacela luego comenta algo con sus colegas gacelas, pero los conductores no, no tendría sentido porque es algo que a todos les sucede continuamente.
Cuando hablo de emociones en talleres o cursos, suelo poner el ejemplo de alguien que nos hace una faena con el coche. Todo el mundo lo entiende y se identifica con el cabreado. Aquí me mirarían igual que cuando les digo que si pueden hablar un poquito más bajo, o dejarme un poco de espacio… ¿De dónde ha salido este tío raro?.
En fin que aquí aprendo sobre espiritualidad, consciencia, etc. pero también sobre la vida misma. Ambos tipos de aprendizajes me vienen muy bien para la otra temporada, la española, porque esta se caracteriza por aplicar lo aprendido.
Primero hay que asentarlo, porque de la India te vienes con muchas más cosas de las que te das cuenta en un principio. Siempre digo que es un Planeta de extremos, lo mejor y lo peor, lo más bonito y lo más horrible conviven aquí. Y también extrae de ti todo eso, lo mejor y lo peor, lo más bonito y lo más horrible… Así que con eso es con lo que te vas encontrando y, al ir avanzando, sigues aprendiendo.
Como digo, en la temporada española me dedico a aplicar lo aprendido. Primero conmigo mismo, sino no tendría mucho sentido la segunda parte, que es la de aplicarlo también con los demás. Cuando trabajo como coach, en los talleres de desarrollo personal, meditación, etc. Pero también en el día a día, a veces un reto y a veces fluye naturalmente…
Así que en abril empieza la nueva temporada, a ver que nos trae, pero seguro que será muy buena, siempre lo es. Si trabajo mucho, enseño y si trabajo poco, aprendo, ¿qué más se puede pedir?
Rishikesh. Marzo 2012
Bienvenidos a las historias del nómada.
Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.
Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).
Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.
Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...
Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.
Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).
Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.
Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...
Muchas suerte en esta nueva temporada en España. Seguro que las personas que asistan a tus talleres recibirán mucho de tí.
ResponderEliminarNamasté
José Luis