Ayer estuve en el zoo y me pasó algo
curioso que quería compartir.
Mientras observaba la exhibición de aves
tropicales en la que volaban guacamayos, cacatúas y varios tipos de loros, vi
que había también participando, creo que sin querer, en el espectáculo unos
cuantos artistas invitados. Cruzándose con los pájaros de mil colores y sin
hacerles mucho caso, había gorriones, palomas, grajillas, estorninos… que
estaban por allí a su aire, nunca mejor dicho. Se comían las pipas que se les
caían a los protagonistas del espectáculo, los restos de bocadillos de los
asistentes o, simplemente, volaban y paseaban por la zona.
De repente me di cuenta que un gorrión se
dirigía a un precioso guacamayo azul y amarillo, en un momento que se cruzaron.
Esto fue lo que entendí: “es verdad que eres grande y bonito, también que no
tienes que preocuparte de la comida, de hacer nido, de encontrar pareja… pero
yo voy donde quiero”.
El guacamayo que siempre mostraba
orgulloso todo su colorido plumaje, siendo admirado en diferentes pases por
miles de personas, por un momento, por un segundo, quiso ser gorrión.
Entendí perfectamente al gorrión aunque
espero, por el bien del guacamayo, que su duda durara solo ese segundo porque
él no tiene más remedio que ser lo que es, un guacamayo que vive entre humanos
y que si escapara, probablemente no duraría mucho en libertad.
A veces la exhibición de belleza, poder,
cultura, inteligencia, etc. conlleva la pérdida de la libertad. Y, también a
veces, los seres más libres permanecen ocultos, solo visibles a quienes los
puedan entender.
Seguro que hay guacamayos libres y
gorriones esclavos, preciosos gorriones y guacamayos despeluchados, pajaritos
con el ego por las nubes y humildes aves inmensas… No sé cuanto hay de
“personalidad” propia en cada individuo de una determinada especie, aunque me
parece un interesante debate.
En fin, yo solo cuento lo que vi ayer en
el zoo y que cada uno saque sus propias conclusiones. ¿Quién soy yo para
preguntarte si a veces te sientes un poco guacamayo?
San Agustín del Guadalix. Junio 2015