Todo empezó hace un par de semanas, al poner el dedo en el sitio equivocado y en el momento equivocado. Si sólo una de esas dos cosas hubiera sido equivocada, no se habrían producido los aprendizajes, ni la cicatriz, claro.
Algunos habréis leído la anterior historia, “Pérdidas”, ahí se cuenta el inicio de esta. Así que si alguien no la ha leído, que vaya para allá antes de continuar.
Desde ahí pude escribir la otra historia, de humor, porque me encontraba, paradójicamente, muy bien.
Me ha dolido mucho menos de lo que mi mente adelantó, no se ha infectado, hago vida prácticamente normal (y encima me lavan el plato de la comida…), no he tenido que ir a más médicos porque mis autocuras son suficientes y encontré justo al lado del autobús un sitio para que me atendieran (no, limpio, no). Así que frenar los pensamientos que venían añadidos fue muy bueno, porque nada de lo temido ocurrió.
De hecho, ahora mismo sufro más cuando me acuerdo del momento del portazo que con el propio dedo y vuelvo a poner la misma cara que vosotros al leer la otra historia.
Buda dijo “No hay que añadir sufrimiento al dolor, el dolor es inevitable pero el sufrimiento no”. Yo siempre había pensado en ello más desde el punto de vista emocional y utilizo esa frase en los cursos, con ejemplos como la pérdida de un ser querido, del trabajo o de la pareja. Nunca lo había utilizado para la pérdida de una uña…
En resumen, un bonito aprendizaje y dos historias a cambio de la uña. Eso no quiere decir que a partir de ahora vaya mirando donde vayan a cerrar puertas para poner mis deditos, pero ya que ha sucedido…
Risikesh. Febrero 2013
completamente de acuerdo, además de ser evitable, con dolor la vida es más difícil, pero con sufrimiento se puede hacer insoportable.
ResponderEliminarEspero que ese dedo vaya mejor.