Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



viernes, 13 de enero de 2012

Entonces ¿por qué vengo? (Planeta India)

Parece que con la historia anterior he conseguido que mucha gente que tenía dudas sobre si venir o no a la India, haya decidido no hacerlo jamás. Mucho mejor, porque como aquí hay poquita gente, en cuanto viene alguien enseguida se nota…

Pero creo que es de justicia compensar y contar algunas de las razones, quizás las más fáciles de comprender o al menos de explicar, que me hacen venir aquí invierno tras invierno y además largas temporadas (que a su vez suman años ya). Sé que asumo el riesgo de que os lancéis todos en masa hacia acá y me cueste volver a conseguir billete de avión, pero lo hago gustoso, creo sinceramente que os merecería la pena.

Como un maestro acaba de decirle a unos amigos que vinieron una semana a visitarnos: “si miras la India sólo con los ojos verás muchas cosas feas, pero si la miras con lo ojos del corazón, descubrirás muchas maravillas”.

Lo que hago aquí principalmente es aprender y mi método de aprendizaje más importante es la meditación. Es cierto que en cualquier sitio se puede, y se debe, meditar, pero aquí puedo dedicarle la mayor parte del día. En España, entre compromisos variopintos y la vulgaridad esa llamada trabajo, es más difícil hacerlo tanto tiempo.

Sobre la meditación ya he hablado en alguna historia anterior (¿no las has leído? Deja de leer esta y acude a ellas para saber de qué se trata) y seguro que seguirá apareciendo. Así que ahora os contaré otro tipo de aprendizajes que también obtengo de este planeta y que vienen a diario, sólo hay que tener los ojos y oídos abiertos y, sobre todo el corazón. Cualquiera puede enseñarte y toda situación trae algo para ti, sólo hay que estar atento…

1. Inexistencia del tiempo. Todos sabemos que el tiempo no existe, simplemente es un invento del hombre (quizás en este caso de la mujer), para organizarse de una determinada manera. Es algo que aquí se comprueba constantemente, pero seguro que vosotros también. Vuela cuando hacemos algo placentero y se eterniza cuando algo es aburrido o doloroso. Pero… ¿no son los mismos minutos?. Y aquí existe el “indian time” que significa: “quedamos a la hora que quieras y yo aparezco a la hora que quiero yo”. Esto enlaza con el punto 2.

2. Paciencia. La aprendes. A la fuerza. O te suicidas, claro. Pasan las cosas que tienen que pasar y cuando tienen que hacerlo, que no coincide necesariamente con tus previsiones. De hecho, si coincide, es que alguna previsión hiciste mal. Esto hace que, poco a poco, claro, pacientemente, te vayas dando cuenta del punto 1. Entonces empiezas a comprender el punto 3.

3. Nada es realmente importante. Y si algo crees que lo es, vuelve a leer el enunciado de este punto. Y digo nada, porque todo es pasajero, intemporal, nada permanece, por lo que no puede ser importante algo que pronto pasará. Sí, incluso esta vida que llevamos de la forma que sea. (Autopromoción: lee la historia “El pequeño Nicolás”).

4. Felicidad. La teoría te dice que la felicidad no depende de los bienes materiales, puesto que todos conocemos gente con muchas posesiones y tremendamente infelices y otros, mucho más pobres, pero muy satisfechos con su vida. Pues esa teoría aquí la ves, la vives, la experimentas a diario. Una vez dije, hace mucho, mucho tiempo, que me encantaba ir a los sitios que si tenías mucho dinero sólo te sirviera para poder desayunar tres veces… En muchas partes de la India es así. La gente no tiene prácticamente nada. Y sin necesidad de irte a las recónditas aldeas. He estado en muchas casas de amigos donde viven 4 personas en menos de 9m2, con todas sus pertenencias, mobiliario, ropa, cocina, etc. Y me enseñan a ser feliz cada vez que hablamos o cuando me invitan a comer o tomar el té. ¿Significa su felicidad que no tengan problemas? Nooooooo. Tienen en un mes más que tú y yo en toda nuestra vida, pero ya saben que eso no es la felicidad. No es ser feliz las 24 horas los 365 días, es disfrutar ahora de lo que este ahora nos trae. Y desde ahí ir afrontando lo que venga.
Siempre digo que no soy más feliz en mi chalet de Madrid, donde vamos sobrados de espacio, con dos coches, mucha ropa, hipermercados, etc. que en mi cuarto de la India. Tampoco más infeliz. Estoy bien en los dos sitios. Quizás todo el mundo pueda entenderlo, pero es tan bonito comprobarlo…

5. Aceptación. Las cosas pasan, las cosas son… Y no necesariamente son y pasan las que a nosotros nos gustaría. De hecho, aquí no suele coincidir. Pero es que ¡son las que son! Y aprendes a aceptarlas. Primero te cabreas, luego te resignas y, un día, te sorprendes porque ¡sonríes! Y aceptas. Los maestros dicen que la vida te trae lo que necesitas, no lo que quieres…

6. Silencio. Ahí está el mayor aprendizaje, en el silencio exterior e interior. Si lo consigues, ya no necesitas nada más. Es fácil evitar conversaciones innecesarias, no ves la tele, pocos periódicos, poco Internet, poco teléfono… Puedes irte centrando más fácilmente e ir hacia dentro. Aquí, en este planeta, pese a que probablemente sea el más ruidoso del mundo, existe un gran silencio debajo de todo ese ruido. Y aprendes a conectar con él, que a su vez te lleva al tuyo.

7. Espiritualidad. Esa es otra historia que en otro momento será contada…

En serio, ven. No te arrepentirás. Abre los ojos, abre la mente y, sobretodo, abre el corazón. No conocerás un país, te conocerás mejor a ti mismo.


Tiruvannamalai. Enero 2012

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