Bienvenidos a las historias del nómada.

Siempre me ha gustado escribir historias y que otros las lean. También contarlas, escucharlas, leerlas, vivirlas... Historias para reír, para pensar, quizás para llorar... Historias al fin y al cabo de las que están hechas nuestras vidas.

Me pareció buena idea aprovechar este lugar para lanzar al viento algunas de las que he vivido, en cualquiera de los dos mundos, el real o el imaginario (igual de real, porque ambos pueden considerarse también imaginarios).

Bonita sensación la del que arroja una botella al mar con un mensaje, que no sabe donde irá y quien llegará a leerlo.

Aquí va mi botella, quizás alguna vez hasta sepa donde llegó...



jueves, 23 de diciembre de 2010

Diálogos con Pekepo III

Sentados en una roca, en medio del bosque, con los pies colgando y charlando como viejos amigos. Probablemente lo éramos aunque yo no fuera consciente de ello. De eso todavía no habíamos hablado. ¿Nos conocíamos de antes? ¿Podría yo inventar todos los Pekepos que quisiera? ¿De dónde venía realmente? ¿Sólo yo podía inventarlos?

- De tu poesía, aprendiz, yo vengo de tu poesía.

- Entonces, ¿yo también tengo poesía?

- Todos tenéis, pero estáis ciegos a ella. Como el pez que se muere de sed y pregunta dónde hay agua mientras continúa nadando. Sólo tienes que aprender a mirar. Cuando lo hiciste en un momento, aparecí yo. De ese resquicio que dejaste abierto, saltó un Pekepo. ¿Qué si puedes inventar más? Abre esa puerta de par en par y aparecerán millones. ¿Sólo tú? Cualquiera, aprendiz, cualquiera puede hacerlo.

Habíamos ido al bosque porque dijo que me enseñaría a mirarlo de manera diferente. Empezaban las lecciones. Desde esa misma roca me dijo, al ver mis ojos como platos, buscando y buscando:

- Mira bien aprendiz. Cierra los ojos.

Empezó a hablarme de los otros habitantes que en el bosque había y que yo nunca había visto. De los que otros si habían escrito y que yo ya había aceptado como posibilidad. De hadas, duendes, elfos y gnomos…

El haber aceptado la posibilidad de su existencia fue mi puerta de entrada, según me explicó Pekepo. Ese no negar de antemano que haya algo más allá de la razón, permite que la poesía se asome.

Me explicó como mirar con los ojos cerrados y sólo abrirlos cuando empezara a ver. Y la magia se asomó…

Lo primero que me sorprendió fue el color. Veía colores cuyos nombres no sabía, que jamás había visto. Pensé que para intentar describirlos tendría que inventar palabras nuevas…

Extraños personajes, animales nuevos… y lo más curioso es que cuando pensaba que sería bonito ver un determinado tipo de ser, éste aparecía. Estaba mirando dentro de mí, todo eso lo estaba creando yo en ese instante…

¿Alucinaciones? ¿Me habría drogado el pequeñazo?

Abrí los ojos y todo continuaba igual. Los colores, los seres extraños… Empecé a asustarme porque todo era demasiado raro. Entonces, todo se volvió oscuro y se escucharon sonidos tenebrosos. En ese momento, miré a Pekepo, cada vez con más miedo, pero, al ver que sonreía, me tranquilicé. Y volvieron los colores y la luz a alumbrar el bosque, mientras una música suave se oía de fondo, acompañándonos…

Descubrí que podía cambiar el mundo…


Risikesh. Septiembre 2008

2 comentarios:

  1. ¿Será todo un problema de percepción? ¿o creamos nosotros lo que queremos ver? Ya sabes: si no lo creo, no lo veo...

    ResponderEliminar
  2. Feliz Navidad Alf, y Pekepo. Estos días más que nunca es bueno ver colores y seres diferentes !!!

    ResponderEliminar